*Querido lector, para su comodidad, sírvase de cambiar el tamaño de la letra*

domingo, 21 de septiembre de 2008

Azotea


Tumbada en aquel tejado que me gusta tanto.
Aspirando lentamente el humo del cigarrillo, sintiendo el amargo sabor del tabaco en mi lengua.
Cobijada por un frío vientecillo y por una dulce luna.
Me dedico a…pensar.

Regresando han pasado muchas cosas.
En tan solo tres días.

Me hubiese gustado fundirme en aquellos cálidos brazos que me daban la bienvenida.
Pero a la vez no.

Me hubiese gustado fundirme en aquellas voces que mencionaban mi nombre, sí, mi nombre, como líneas trazadas en el aire, viajando entre ciertos oídos.
Pero a la vez no.

Me hubiese gustado fundirme en aquel, mitad forzado, mitad otorgado, abrazo teniendo a los mosquitos de testigos.
Pero a la vez no.

Me hubiese gustado fundirme bajo esa brillante pero imperceptible luz que mojaba mis mejillas.
Pero a la vez no.

Me hubiese gustado fundirme en aquella mano que acariciaba mis cabellos, en un pueril intento por aplacar mi enojo.
Pero a la vez no.

Me hubiese gustado fundirme con el duro y semiseco pasto en el que apoyaba mi cuerpo y dormitaba mi descanso.
Pero a la vez no.

Me hubiese gustado fundirme en aquellas rápidas imágenes, cargadas de emociones.
Pero a la vez no.

Me hubiese gustado fundirme con el espacio y correr hasta cansarme y tumbarme bajo algún árbol.
Pero a la vez no.

Me hubiese gustado agitar mi cabeza hasta que ésta me doliera, cortesía de la euforia.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con las siete regresiones que cundieron torpe pero ágilmente en mi mente.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con mi boca, mientras rememoro estúpidamente, sin hacer uso de ella.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con el sueño, y ser atrapada una y otra vez, sin posibilidad de regresar.
Pero a la vez no.

Me gustaría poder decirle a “él” cuánto lo amo, lo deseo, lo extraño.
Pero la vez no.

Me gustaría fundirme en medio de aquellas líneas, de aquellas notas, de aquella voz.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en la risa que emanaba como un manantial de tranquilidad y con fondo trivial.
Pero a la vez no.

Me gustaría cantar una y otra vez, usando esta garganta como canal de ese timbre tan poco usual.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en las palabras que nutren mi mente, mi sabiduría.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en esas caricias que siento en la mejilla y hace vibrar mi corazón de alegría.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en la imaginativa ilusión de ser importante para alguien, para alguien más.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en la capacidad de apreciar mi verdadero valor.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en mi ropa, para así tener un olor perpetuo en mi nariz.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en el olvido de mis contradicciones.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en los corazones de los que amo o quiero.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en medio de mis cálidas sábanas, protegiéndome y conteniéndome.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en tus manos, guiarlas, acariciarlas; no sólo ser tu dueña, sino también ser tu títere, ser tu pertenencia.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en las olas saladas del mar.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en las nubes, abrazarlas y retenerlas juntos a mi pecho.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en los accesorios de mi máscara cotidiana.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en los charcos enormes y molestos de la lluvia sobre el concreto.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en las luces y sombras que recorren mi cuerpo todo el tiempo.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en los ruidos que cunden por las paredes de mis lóbulos.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con este ignorante y manipulable teclado.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con la inutilidad de mis pensamientos, los que dividen mi esencia.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con la fantasiosa y quebradiza almohada que me calma.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en las bromas que me juega, tan cercanas, a pesar del poco tiempo de interacción.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con la sensación de ser extrañada o necesitada.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con ese sentimiento, sin sentirme obligada a decir nada a nadie.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con el temor de ser interrogada o cuestionada.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con algún tipo de dedicatoria para este escrito.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con tus abrazos, cálidos y cariñosos.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con el tiempo y existir con múltiples propósitos.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con nuestras “……….”
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en sus estúpidas resoluciones y hacer un intento por comprenderlas o entenderlas.
Pero a la vez no.

Me gustaría descansar mi fatigado e inútil cuerpo.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con las manecillas del incesante reloj que me observa.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con mis párpados entrecerrados, angustiados.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en mi inocencia.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en la velocidad de todo tipo de movimiento.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con esa pésima ortografía.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con las malinterpretaciones de todos.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con esos sonidos que me otorgan, tanto la noche como el día.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con los poros de mi piel, cuando tiritan de frío en esta noche.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con el sopor y entumecimiento de mis articulaciones.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme con las miles de ideas o pensamientos que podrían ocurrírseme.
Pero a la vez no.

Me gustaría fundirme en tu alma y mis intentos de “…….”
Pero a la vez no.


¿Por qué?

Porque aún no ha llegado.

Y tengo miedo. Mucho miedo. De mencionar claramente una sola palabra.

No una sola oportunidad.

Sino una oportunidad más.

Todo podría abandonarme y sumergirme en ese cubo de agua helada que ya tanto me conoce.

Ya no quiero.

¿Por qué cuando un ciclo me tienta vuelve el anterior a incomodar, aunque solo sea para recordar? Porque estoy casi segura de que no será esa parte de aquel desasosiego munificente de nuevo.

“I won’t let this build up inside of me”

Es raro pero excitante como una frase puede poseer tu mente y darle un poco más de claridad a tus intenciones inmediatas.

Pero es verdad. Y no es solamente para uno solo de ellos.

Tengo que controlar “este” sentimiento. Y seguiré cantándote, para poder dar alivio a mi titubeante y marchito corazón.

Soy humana. Soy quinestésica. Soy sensible. Soy romántica. Quiero abrazarte, querido lector. Pero no sé si te dejes, o peor aún, si quieras.

Más que tranquilidad, quiero fuerza, dicha, derroche.

Si, con una sonrisa en el rostro, es lo que quiero.
Pero a la vez no.

No se puede en solitario.
La última ceniza del cigarrillo cae, brilla y se consume.
Quedó suspendido en el aire.
Quizá sea lo mejor.

Gracias Vermillion! XD

P.D. Escrito extraño y sujeto a modificaciones, con un poco de más claridad que los demás. Con un objetivo e ideas principales y determinados, pero siendo interrumpidos por ideas mas simples y medianamente ciertas. Lector, presta especial atención a aquellas que sepas que han ocurrido en estos tres días.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustaría sabes quien es el tan mencionado Lector, pero a la vez no. Algunas veces es malo buscar respuestas, por lo menos para mí.

Me gustaría ayudarte, pero eso es decisión tuya.

Saludos!

nim dijo...

Algunos como que los recuerdo, otros no. En ciertas partes dudo sobre si bistec o no bistec. Tiene mucha ambieguedad.

Y repetición, pero eso es intencionado.

Adiós.